En 1952
Ramón Felipe Alvarez-del Rey, más conocido como Lester del Rey, publicaba una
novela de ciencia ficción centrada en las aventuras de grupo de científicos
camino al planeta Marte y el tiempo que ahí permanecen tratando de sobrevivir
en el planeta desierto.
Chuck Svencen es un joven de 17 años que
acaba de pasar una difícil evaluación que determinará si es apto para ser parte
de la primera tripulación que viajará al planeta rojo, regresa a Ciudad Luna,
su hogar, para esperar los resultados de dicha prueba y prepararse para el gran
viaje. La nave construida para la misión a Marte transportará a seis hombres especialista
en distintas ramas científicas, siendo Chuck quien operaría los radares en caso
de ser elegido. En Ciudad Luna no ocultan el orgullo que dicho puesto genera a
todos los ciudadanos y tratan al chico como una celebridad. A lo largo de la
novela seremos testigos de los preparativos y dificultades que Chuck enfrenta
para viajar, el recorrido algo accidentado hasta Marte y, al fin, la llegada y el
tiempo que permanecen en el planeta rojo.
La novela es, se podría decir, ciencia ficción
para adolescentes. No se dedica a nada más que a relatar los sucesos tales como
el viaje, la llegada a Marte, los problemas que tienen antes, durante y después
del viaje. Es una seguidilla de situaciones, aventuras y desventuras sin
adentrarse en ningún tema complejo para su reflexión. Pero que esté enfocada
solamente en la acción no quiere decir que sea mala, para mi gusto personal
está bien. No es incoherente ni poco realista (suponiendo que los viajes
interplanetarios no son algo “poco realista”) y, de acuerdo con la información
disponible sobre el espacio y el planeta Marte en 1950, tampoco se puede decir
que esté sacando de la galera cosas sin sentido ni justificación. El autor toma
lo que se sabe hasta el momento y se dedica a especular e inventar
explicaciones para ciertas cosas “inexplicables” o de “origen desconocido” que
desconcertaba a los científicos de la época, algo característico de la ciencia
ficción. Un factor importante es la manera en que plasma los detalles técnicos
en cuanto a tecnología y a todo lo que se sabe de Marte y el espacio. Se da por
sentado que sabemos de qué nos habla o que, en caso de no saberlo, tenemos la curiosidad
suficiente como para investigar. Nunca nos subestima como lectores ni nos toma
de tontos, y eso es algo que se agradece, pero es claro que está pensado para
personas que tienen interés y conocimientos básicos sobre los temas. Por otro
lado, al ser una novela escrita por un hombre en la década de los cincuenta del
siglo XX sobre ciencia ficción, está escrita para adolescentes masculinos,
todos los personajes son hombres (salvo la hermanita y la madre de Chuck que
casi ni aparecen) y no se menciona, ni por casualidad, si es que las mujeres
tienen puestos importantes en la política o la ciencia. Esto es algo normal de
la época pues era de creencia popular que las mujeres no consumían otra cosa
que no fuera romance. Sí, el machismo estaba a la orden del día. Salvo este
pequeño detalle, no hay ni rastro de machismo en la narración.
En cuanto a los temas que trata, podría
decir que habla de afrontar las consecuencias de las decisiones que tomamos.
Nuestras acciones tienen consecuencias que no sólo nos afectan a nosotros sino
que también involucran a otras personas, y debemos pensar bien antes de hacer
algo. Otro tema podría ser nunca rendirse; el protagonista las pasa negras en
ciertos momentos pero, recordando las enseñanzas de su padre, decide ir hasta
el final luchando a rendirse ante las adversidades*. Y por último, aunque estoy
segura de que me quedan temas afuera, habla de no complicarse mucho las cosas.
Hay veces en que nos quemamos el cerebro buscando una solución increíblemente complicada
a algo cuando, en realidad, la solución más simple es la más efectiva.
A pesar de que disfruté mucho con esta
lectura (no podía evitar hacerme el ambiente de una película de ciencia ficción
de los sesentas), hay un temita que me desagradó bastante. Como mujer del siglo
XXI tengo una conciencia de respeto y admiración por las culturas distintas a
la mía, tengo tendencia a sentir curiosidad y necesidad de entenderlas, buscar
coincidencias y diferencias con mi cultura y adoptar las costumbres que considere
me ayudarán a ser mejor persona. Es en este punto donde esta novela choca con
mi ideología debido a que, ya en su última página, el autor hace evidente, por
medio de un personaje, el típico pensamiento de erradicar otras culturas para
poder “civilizar”. Ya desde capítulos anteriores manifestaba rasgos de este
pensamiento diciendo cosas como que las culturas similares a las originarias de
América son primitivas, o que, tanto los trabajos manuales como el respeto y
adoración de la naturaleza, pertenece a culturas “retrasadas” o, tal y como
ellos mismos lo dicen, “inferiores”. Comprendo que es algo muy común de
aquellos años y que, quiero creer, ese pensamiento ya casi no existe en
nuestros tiempos, pero juro que me chocó bastante. Aún así, y porque cosas como
estas están presentes en casi todo y siempre voy a encontrar cosas que entren
en conflicto con mi ideología, es una novela que tiene posibilidades de ser releída
en el futuro porque, como dije, me gustó bastante. Aunque, mientras escribo
esto, me doy cuenta de un punto importante al cual no puse atención en su
momento. Haciendo un poco de memoria, noto que, cada vez que el doctor Sokolsky,
especialista en medicina y botánica, decía cosas de este tipo, Chuck no parecía
estar de acuerdo con ello. No es que se manifestara en contra de manera explícita,
pero tampoco hacía lo contrario. Creo que el autor nos mostraba que las nuevas
generaciones empezaban a tener una ideología un tanto distinta pero que, al ser
jóvenes y pasar por una etapa de formación de la personalidad, indecisión e
inseguridad en cuanto a ello, aún no podían manifestarlo abiertamente. Sí, esto
es especular bastante con poca información. Supongo que cuando lo leas, sacarás
tus propias conclusiones.
En conclusión, es una novela ligera,
entretenida y bastante disfrutable. No esperes encontrar en sus páginas el
Santo Grial porque, aunque no es mala tampoco es maravillosa sino una más del
montón. Si te gustan los viajes espaciales, la especulación sobre vida en otros
planetas y las aventuras que viven los astronautas durante sus misiones, esta
novela puede que te guste. Por otro lado, si te gustan las cosas un poco más
profundas y no las “aventureras” que se centran más en la acción, puede que te
parezca vacía, sin contenido.
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