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lunes, 3 de octubre de 2016

Rubí, Zafiro y Esmeralda (trilogía) de Kerstin Gier


   Hablar de esta trilogía no estaba en mis planes. Para empezar, no es una saga que pasa a la historia como una de las mejores que leí en mi vida sino que, más bien, es lo contrario. Supe de Rubí por la recomendación de una amiga que aseguraba que era “muy buena” y que “me enamoraría de los personajes”, específicamente del protagonista masculino, un niño de dieciséis años que, dado que yo tenía veintitrés en ese momento, me resultaba muy pequeño como para “enamorarme”. La razón principal por la que decidí escribir esta entrada es que vi demasiadas buenas críticas calificándola de “maravillosa”. Como no estoy de acuerdo y no tengo a quien agobiar con mis opiniones, críticas y argumentos, mejor lo escribo y dejo que vagueé por internet durante un indefinido tiempo hasta que alguna persona quiera leerlo…


   Conocida como Saga de las piedras preciosas, nos cuenta la historia de una adolescente de dieciséis años perteneciente a una familia poseedora de un gen que le permite viajar en el tiempo. Este gen es heredado por la rama femenina y solo hay un heredero por generación (al mismo tiempo, hay otra familia, los de Villiers, que heredan el gen por la rama masculina). Los viajes temporales no son voluntarios, pueden pasar en cualquier momento y durar solo unos minutos u horas enteras. Para preparar a los viajeros y controlar sus saltos temporales existe una organización secreta, fundada por el primer viajero, poseedora de la única máquina del tiempo existente (el Cronógrafo) y que solo puede ser usada por quienes tienen el gen. Esta organización se encarga de entrenar a los viajeros con conocimientos sobre historia, etiqueta social, moda y demás temas, para que pasen desapercibidos durante sus saltos. A cambio de este entrenamiento, los viajeros deben realizar ciertos encargos para la organización, encargos planificados por el fundador con quien tienen contacto constante desde el pasado a través de los actuales viajeros.

   Además de viajes en el tiempo, organizaciones secretas y relaciones intertemporales con personas del pasado, esta saga tiene otros elementos interesantes. La protagonista, Gwendolyn Shepherd, tiene la extraordinaria habilidad de ver e interactuar con espíritus, cosa que le traerá problemas y ventajas; y su tía tiene sueños premonitorios muy simbólicos. Todos estos elementos que se suenan tan geniales darían a entender que la saga es una de las mejores que puede haber, o eso creí cuando leí la sinopsis. Pero la realidad es otra. A pesar de tener mucho simbolismo en los sueños de la tía y en la profecía (si, también hay una profecía), no se les da la importancia necesaria. Hasta parece que solo están para retrasar o entorpecer el avance de los protagonistas; para que tengan “obstáculos” y plantear un “misterio” que, en realidad, no es tan misterioso que digamos. Si bien, tanto los sueños premonitorios como la profecía, nos advierten de lo que ocurrirá, y tienen sentido a medida que las cosas van pasando, su función es solo esa. Se los deja muy de lado el resto del tiempo.

   La narración en primera persona, desde el punto de vista de Gwendolyn, no funciona. Es muy limitada para lo que quiere contar. Nos deja siempre con cosas sin definir del todo, con algunos cabos sueltos y sin profundidad de nada que no sea ella (y hasta eso le falla). No tenemos muy claros a los personajes, que son varios, como, por ejemplo, la prima que se supone era quien había heredado el gen y fue entrenada desde siempre para ser viajera del tiempo hasta que despertara su habilidad. Una vez que se establece que ella no es la viajera, desaparece de la narración ocupando un lugar fantasma en el fondo del escenario solo apareciendo cuando se necesitaba cierto conflicto en la relación amorosa con Gideon de Villiers, el otro viajero. Lo mismo ocurre con otros familiares, amigos, aliados, antagonistas, e incluso el mismo villano y nos deja sin explicación de los motivos de cada uno.

   Como otros autores de ficción dirigida a adolescentes, Kerstin Gier considera-según demuestra en esta saga- que el romance es de suma importancia y no puede faltar en una novela juvenil que se precie de serlo. De manera muy lamentable, como otros autores han hecho, se equivocó rotundamente. El romance, aunque muchos no estén de acuerdo, no es imprescindible para que una historia funcione, y si lo incluyen, hasta puede arruinar el producto final. En este caso, es totalmente fantasioso y para nada creíble. Gideon y Gwendolyn son víctimas del ilógico “insta-love”, se ven un día y al otro son la pareja más enamorada del universo. Pero claro, nada puede ser tan sencillo, así que le ponemos un poco de “conflicto” con la prima y con la actitud un poco pedante de este chico y ya está.

   Bueno, ya voy diciendo bastantes cosas malas, ¿verdad? No se preocupen, todavía tengo más.

   Una cosa de esta saga que supera lo increíble del insta-love es que ¡todo pasa en menos de un mes! Las tres novelas solo abarcan un tiempo de historia muy corto, lo que hace menos creíbles algunas cosas. Si bien hay saltos en el tiempo, la narración es lineal y abarrotada de sucesos uno detrás del otro con poco espacio para otras cosas. Yo me pregunto ¿¡Por qué!? ¿Qué necesidad hay de acelerar todo y no darle el espacio que necesita? ¿Por qué no contar un tiempo de historia de un año, como mínimo? Es un misterio que nunca tendrá respuesta, al parecer.

   Como los libros, o tomos, que componen esta saga son tres, paso a describir un poco de cada una. Demás está contar el argumento porque lo describí antes, así que voy a seguir descargando mi frustración intelectual hablando de los fallos y aciertos de cada tomo.

   Rubí: Acá nos enteramos de cómo funciona todo lo referente a los viajes en el tiempo, la organización secreta y de los conflictos que rodean a los protagonistas. Como dije anteriormente, todo pasa muy rápido. Pero no por eso está bien desarrollado.

    Zafiro: Esta es, para mí, la mejor parte. Gwendolyn hace muchos viajes al pasado (porque es imposible viajar hacia adelante), descubre intrigas detrás de las intrigas, traidores y complots. Algo muy interesante de esta parte es que Gwendolyn debe hacer ciertas cosas en el pasado para poder resolver otras en el futuro. También es donde ocurre el “quiebre” de la relación mágica (de lo irreal que es, no por ser linda) entre ella y Gideon. Es, por mucho, mejor que la anterior, más intrincada y mejor desarrollada.

   Esmeralda: Después del repunte de Zafiro, esperaba que esta tercera entrega fuera igual o mejor. Mis esperanzas fueron destrozadas, pisoteadas y, luego, incineradas hasta no dejar ni cenizas que atestigüen su existencia. Esmeralda sobra. No hay manera más suave de decirlo. Comenzando inmediatamente donde termina la anterior, esta parte solo estiró lo más posible la historia sin que pase nada emocionante. Centrándose sólo en el romance poco verídico de los protagonistas, trayendo a la prima despechada nuevamente a escena con un berrinche por no ser la elegida por el gen ni por Gideon, deja de lado todo lo que la anterior novela había construido. Hace a un lado a todos los personajes, a todos los viajes temporales que mueven la historia, a las intrigas, y se reduce a ser una triste novela rosa para niñas de doce años. Y, como si esto no fuera suficiente, completa el paquete una resolución de la historia de menos de ocho páginas. Un verdadero ejemplo de final exprés. Apresurado, simple, poco original y predecible, este final deja tantos cabos sueltos que resulta desesperante.

   Es muy lamentable que un concepto tan genial fuera desperdiciado de esta manera. Tiene todos los elementos para ser una gran saga, pero su autora no tenía ni la menor idea de cómo desarrollarla. Por momentos da la sensación de estar leyendo un fanfiction escrito por una niña de quince años. Y estoy segura de que muchas chicas de quince pueden escribir mejor que esta mujer. Si tuviera el poder de hacer que otro autor reescribiera esta obra a mi gusto, sin dudarlo, elegiría las mangakas ClAMP pues tienen la capacidad de escribir historias (en manga, claro) muy complejas, llenas de fantasía, giros argumentales interesantes, profundidad filosófica y romance creíble y realista. No cuesta nada soñar…

   Si no te importa leer una saga con tantos fallos y solo querés algo ligero y con un romance estúpido, esta es tu novela. Eso sí, te puedo asegurar que hay novelas rosa más interesantes y mejor escritas que Rubí. Si lo que buscas no entra en esos parámetros, ya estas advertido.

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