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jueves, 20 de octubre de 2016

Arlequín, servidor de dos patrones (Il servitore di due padroni) Carlo Goldoni (1745)

   Esta obra pertenece a la comedia del arte, un tipo de teatro que consta de tramas sencillas, generalmente sobre las aventuras y vicisitudes de una pareja de enamorados ante la oposición familiar, o tipos del entorno social. Consta de vestuario y máscaras carnavalescas, además de añadir acrobacias.

   En tan solo tres cortos actos, Il servitore di due padroni, nos cuenta la historia de Trufaldino, un criado contratado por un tal Federico Rasponi y que tiene la viveza de darle sus servicios, también, a Florindo Aretusi sin que ninguno de los dos se entere de la existencia del otro patrón. Dos patrones: doble comida y doble sueldo, pensó Trufaldino, pero en lo que no pensó es en los problemas que eso conlleva.

   A lo largo de la obra veremos a Trufaldino repartir su tiempo entre ambos patrones enredando las cosas e inventando excusas para salir de los líos en los que se mete. Sin embargo, no solo de eso se trata la obra. Nuestra historia empieza con una ceremonia de compromiso entre Silvio (hijo del Doctor Lombardi) y Clarisa (hija de Pantaleón de Bisognosi), dos jóvenes que se aman con locura. Todo es perfecto hasta que el emotivo momento es interrumpido por la inesperada llegada de Federico Rasponi, prometido de Clarisa, quien se presumía muerto. Ante tal noticia reina la confusión: ¿Rasponi con vida?, ¿En la entrada esperando ser atendido?, ¿El compromiso entre Clarisa y Silvio se verá afectado? Pantaleón hace entrar a quien se llama a sí mismo Federico Rasponi, un hombre al que nunca vio pero que es socio suyo en unos importantes negocios, motivo por el cual comprometió a su hija con él. Inmediatamente aparece en escena la que, a las claras, es una mujer vestida como hombre. La explicación de esto es que Beatriz, hermana de Federico, se hace pasar por él para poder viajar libremente y así encontrar al hombre que ama y que huye de la justicia.

   Con este argumento, Carlo Goldoni logra un balance entre lo cómico, Trufaldino y sus picardías, y lo serio, los problemas a los que Silvio y Clarisa se ven enfrentados por culpa de la jugarreta de Beatriz al hacerse pasar por Federico. Lo divertido de esta obra son las obviedades que los personajes no son capaces de ver por sí mismos pero que son notorias para el público o el lector. Podemos ver claramente esto en Beatriz, es obvio que está disfrazada de hombre, sin embargo los demás personajes no se dan cuenta de esto salvo, claro, Brighella (posadero y testigo del compromiso de Silvio y Clarisa) porque ya conocía a los hermanos desde antes. Las meteduras de pata y las excusas de Trufaldino son simples y tontuelas lo que por momentos me recordó programas como El Chavo o Superagente 86.

   Encontré muy interesante cómo algunos personajes presentan pensamientos un tanto adelantados a la época, se podría decir, dado que, al haber sido escrita en 1745, encontramos que los personajes femeninos expresan a voces su desacuerdo con la forma en que los hombres creen tener dominio sobre la vida de las mujeres. De alguna manera hay un mensaje en defensa de las mujeres poniendo en evidencia cómo los hombres arreglan sus vidas sin tenerlas en consideración o cómo las juzgan y condenan sin detenerse a pensar en si son inocentes o no. También encontré que, al igual que con las mujeres, hace lo mismo con las condiciones en que algunos patrones tenían a sus empleados. Trufaldino siempre habla de los golpes, el hambre y las sobre exigencias que él o sus conocidos vivieron bajo el servicio de algunos amos. Esta ideología es disimulada por la comedia constante aunque, también, la usa para satirizar estas situaciones y hacer llegar el mensaje de forma cómica.   

    Disfruté mucho esta lectura. Es corta, ligera, entretenida y divertida. Se la recomiendo a quien disfrute de leer obras teatrales y, si tienen la gran fortuna de verla representada, ¡aprovechen la oportunidad!

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