Hasta el momento me dediqué a hablar de
libros de temática adulta y, un poco, de libros dirigidos al público juvenil.
Pueden estar de acuerdo o no con mi opinión de cada uno de estos libros, es
claro que cada uno saca sus propias conclusiones y forma su propio criterio.
Pero eso no viene al caso ahora. Hoy quiero hablar de un libro infantil más
viejo que yo y que, desde una postura sentimental de mi parte, es especial.
Uno podría decir que su importancia
emocional está ligada a ser el primer libro que leí, o que me hiciera soñar
siendo niña… Pero no. La verdad es que cuando este libro cayó en mis manos, yo
tenía 18 años.
Esta novela llegó a mí en forma de un
regalo. No es la gran cosa, al menos no para la mayoría de las personas. Pero
para mí sí que lo es. Lo importante es quién me lo regaló, por qué y las
palabras que dijo al dármelo. Es algo que siempre voy a recordar.
Mi edición es del año 1965 y pertenece a la
editorial KAPELUZ. Sin embargo, al parecer, la edición original en francés es
de 1954. La mía consta de 189 páginas y posee ilustraciones a color y en blanco
y negro, algo muy común en las colecciones de libros infantiles de la época. Es
una pena que ya no salgan ediciones como esas dado que, al parecer, los cuentos
infantiles en la actualidad son de “usar y tirar” porque se rompen muy rápido o
se deshojan. Bueno, no entremos en esos temas. Lo que quería señalar con todo esto
es que, a pesar de tener sus buenos años, se conserva en muy buenas
condiciones.
Verónica nos cuenta la historia de una huérfana
de trece años que vive en un orfanato para niñas. Su vida se ve cambiada para
siempre cuando recibe la noticia de que encontraron a sus familiares y que
estos quieren llevarla consigo. Verónica, que siempre soñó con que alguien la
adoptara, se sintió realmente dichosa de que algo tan extraordinario le
ocurriera justo a ella. Pero no todo es perfecto y de color de rosas, sus familiares,
tío, tía y primo (éste de casi la misma edad de Verónica), son personas
bastante snob que viven a costa de la fortuna que la niña heredara de sus
fallecidos padres. Aún así, después de años de maltratos en el orfanato por
parte de la directora, empleados del hospicio, compañeras del colegio y los
padres de éstas que la discriminaban por ser “una niña expósita”, Verónica se
siente muy feliz de, por fin, tener una familia aunque estos no sean muy simpáticos
ni cariñosos que digamos. Es así como pasa de ser la criada del orfanato que se
ocupa de la limpieza, cuidado de las huérfanas más pequeñas, ayudante de
cocina, etc., a ser una suerte de princesita de la aristocracia francesa
viviendo en un castillo y con todos los lujos que podría imaginarse. Una suerte
de cenicienta, si se quiere, pero sin príncipe.
Dado que se trata de una novela infantil, no
puedo ser muy exigente, pero hay que reconocer que es una historia atrapante y
bien escrita. Si bien por momentos parece que se torna un poco densa, momentos
en los que nada pasa, si se presta atención, notaremos que no están porque sí y
que, al final, tienen sentido. La historia de esta niña nos hace ver cosas tan
simples como la amistad, pero es la amistad pura de los niños, sin condiciones,
abierta y generosa. El amor familiar también es importante, Verónica conocerá a
un excéntrico tío que vive viajando de un país a otro y al que le apasiona todo
lo que tenga que ver con culturas nativas de países como África o Brasil, y la
niña se contagiará de esta pasión creando un hermoso vínculo con este hombre. Otro
tema tratado es la diferencia entre el mundo de los niños, esa forma de vivir
tan simple, pura y directa, y el mundo de los adultos, con dobles intenciones,
intrigas y la forma de ver las cosas más complejas de lo que podrían ser. Por
momentos será hasta predecible, aunque creo que está bien ya que hablamos de un
cuento dedicado a niños.
Los personajes son un estereotipo, si.
Tenemos a la protagonista huérfana que vivió una infancia injusta plagada de
maltratos y discriminación, pero que pese a eso es el alma más pura y
comprensiva del mundo. Un ángel en la tierra que ve lo bueno hasta en las
personas más horrendas y crueles. El matrimonio Sivry, un par de aristócratas que
creen que el dinero es lo único que define a una persona, aunque paralelamente
sean unos mantenidos que no posean dinero propio. El exótico tío Carlos, un
hombre rico, si, pero que gana su fortuna escribiendo sobre las variadas culturas
con las que convive durante años adoptando sus costumbres. Blas, un niño de
granja, pobre, analfabeta pero muy inteligente, entablará una linda amistad con
Verónica. Tenemos a otros personajes como una anciana cocinera que adoptará una
actitud protectora digna de una abuelita, un granjero autoritario y cruel,
entre otros. Si, son personajes típicos, pero funcionan bien juntos además de
no ser forzados.
Dejando de lado el sentimentalismo, es una novela muy linda para dárselo a niñas de once a trece años pues cuenta una
historia bonita, sencilla y que, al mismo tiempo, empieza a tener un argumento
más parecido a la literatura para los adultos pero conservando la simpleza de
los cuentos para niños más jóvenes. Los mensajes que nos deja su lectura son
atemporales, enseña sobre el valor de la amistad, la importancia de la familia,
que las clases sociales no son importantes y que el dinero no es algo que nos
defina como mejores o peores personas. Definitivamente vale la pena tenerlo en nuestra
biblioteca y ser leído, si es que tienen la suerte de encontrarlo en ventas de
segunda mano o rescatarlo de algún galpón o pila de cosas viejas acumuladas por
años, debido a que no han salido nuevas ediciones (al menos no en mi país).